martes, 5 de julio de 2016

El árbol.

-¿Señor, que es usted?
-Dímelo tú, hijo... yo no tengo espejo donde me pueda ver.

Pero él sabía muy bien lo que era.
Sabía que tenía raíces, que no se podía mover.
Sabía que tenía ramas, donde la vida escuchaba crecer.
Sabía que tenía hojas, y que el capricho de las estaciones lo hacían sentir vestido y desnudo.
Sabía que necesitaba agua, que lo regara con su frescor.
Sabía que enfermaba, cuando estaba mucho tiempo sin ver el Sol.
Sabía que, como a algunos a su lado, sin ningún motivo podía ser talado.

Muchas cosas sabía.
Pensaba demasiado.

Hubo un tiempo en que sentía envidia de la chiquillería que tan libremente correteaba por su lado.
Sufrió a fría navaja en su cada vez más áspera corteza, la ilusión de los enamorados.
Fue azotado por el viento, hasta temer ser arrancado, ahogado por aguaceros, quemado por el hielo en los inviernos y abrasado en sofocantes veranos...

Pero fue creciendo y creciendo, y de todo lo que observaba fue aprendiendo.
Aprendió que bajo su sombra la vida tomaba forma, desde gráciles mariposas, ardillas, aves... hormigas! hasta las parejitas mas sigilosas...

Y comprendió cual era su sitio.
Sus raices le impedían trotar, pero sentía las carreras como propias.
Su misión era arropar, proteger, ser cobijo, dar sombra...
Y observaba, ya lo creo que observaba... le gustaba mirar a los ojos, a cualquier alegre criatura que frente a él se paraba. Ya a muchas conocía, y él las imaginaba... como eran sus vidas, sus progresos, sus risas.
Vivía en muchos lugares, como si tuviera muchas casas.
Sabía que por el tamaño de sus raíces no sería trasplantado, pero eso no lo limitaba, al contrario. Sabía que lo que había vivido en su mediana vida, otros ni con tres o cuatro vidas rellenarían...

No eligió ser lo que era. Se limitó a ser el mejor que con sus recursos pudiera.

Y desde entonces, agradece cada, mirada, cada sonrisa, cada visita bajo sus fuertes ramas... no las posée, por eso no las puede perder, así que las disfruta mientras lo abrazan.

El viento, las navajas...cada vez hacen menos mella en él, y sabe que son cosas que pasan.
Ventajas de observar y comprender la vida.

Y no mentía el árbol cuando decía al niño que no sabía lo que era.
Muchos son 'árboles' sin saber que lo son... así que esa mentira no cuenta ;-)

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