lunes, 13 de junio de 2016

Hoy no...

A veces la vida se va en una mirada...

Son sólo unos simples roedores... pero hay que ver el trabajo que hacen!
Ya no sólo, imagino, en las cosechas, sinó donde a mi me atañe, en las instalaciones.
Su apetito es voráz, les gusta roer los cables y provocan averías y desperfectos a montones.

Ratones de campo.

Y en pleno campo hay multitud de instalaciones, como las que mi trabajo me obliga a inspeccionar.
Hoy, sin ir más lejos.

Al abrir la puerta de la instalación, la he visto enseguida... sobre una repisa, junto a una escalera de mano.
Sorprendida, ha debido de pensar que a lo mejor pasaría inadvertida, y ha decidido quedarse quieta.
Error.
No la veía del todo, pero sabía que estaba ahi.
Causante de muchos males y quebraderos de cabeza, tal vez hoy iba a recibir su merecido... por fin.

He alcanzado con la mano una escoba próxima... y con igual sigiloso movimiento me he encaramado  poco a poco por la escalera... y ella permanecía quieta, como tantas otras veces imagino  habrá hecho hasta detectar mi ausencia.
Tan sigiloso debo haber sido, que cuando he llegado a su altura, ella parecía ausente, de lado, no podía ver más que parte de su cuerpo, semioculta detrás de unos cables... no le podía ver la cabeza.

El escobazo ha debido ser certero, a juzgar por sus gritos.
Se ha quedado unos segundos ante mi, revolviéndose mientras se lamentaba del tremendo golpe sufrido.
Yo no sabía que hacer, y mientras armaba el brazo para asestar un segundo golpe, algo ha pasado.
El animalito se ha repuesto, se ha acurrucado mirándome...
Su mirada.... sus ojitos negros como negras cabezas de alfiler, y lejos de aparentar sufrimiento, parecía serena y relajada.
Entonces por mi cabeza han pasado como una exalación multitud de pensamientos...casi todos ñoños, utópicos a la par que ingenuos. Y la culpa.
Un sentimiento de culpa y lástima, que en unos segundos han revuelto mis entrañas.
Tal vez no alcancéis a poneros en situación, pero han sido unos pocos segundos que se han hecho eternos....

He acercado la vara de la escoba hacia el hocico del animal, que allí permanecía quieto, con su serena mirada clavada en la mia... y entonces el animalito, sin dejar de mirarme, a alzado su patita derecha hasta apoyarla en el extremo de la vara... y lo que no hubiera nunca imaginado, mi fuerte mano, que asía la escoba del reves, ha sentido el leve tacto de la patita apoyada en la vara.
Nuestros ojos seguían clavados, ni pestañeaban.

Un sentimiento de tristeza y pesar me ha embargado el alma.
Hoy no.
Hoy no es tu día.
Hoy no mereces morir.

Tal ha sido así, que he retirado sobre ella mi amenaza.
La he dejado a su suerte, confiando en que el severo escarmiento la hiciera desistir de futuras andanzas, y tras reponerse un poco se marchara... para no volver más.

Y he seguido mi trabajo.
Intentando olvidarme de ella... pensando, confiando.

A las dos horas he vuelto.

Fatal pero sospechado desenlace.

Yacía donde la dejé. Víctima del mortal golpe.

Con la protección adecuada y esmerado cuidado he retirado su cuerpecito.
Un hoyo de dos golpes de azada han sido suficientes para ser sepultada.

Y mientras lo hacía, he comprendido lo que el animalito de alguna forma me ha dicho cuando apoyó su patita en el mortífero palo de la escoba:

"-No me des otra vez, ha sido suficiente... déjame morir tranquila"

Y hasta visos de perdón he traducido de su serena mirada.

Y esta ha sido la historia de hoy... un momento más para la colección.
Porque la vida no deja de sorprender en cada acción, a aquel que cada día va aprendiendo a descifrarla.
Y la lección de hoy, una de tantas, ha sido más bien un recordatorio... el de volver a recordar, que con un nudo en la garganta se puede trabajar.

Como dice Enrique Bumburi en una canción: "No soy mala hierba, sino hierba en mal lugar"

Y ese ha sido su triste destino, cruzarse en mi camino.

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